MOKUSO: LA MEDITACIÓN DEL GUERRERO

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Mokuso, pronunciado “moh-kso” (黙想), es un término japonés para meditación que viene a significar algo así cómo “mirar en silencio hacia el corazón” aunque también se le atribuye la traducción de “reflexión tranquila”. Es el concepto de un estado que se alcanza mediante el entrenamiento mental, unido a la relajación y respiración que, combinados con la postura adecuada, nos permiten regresar al estado mental de un recién nacido carente de miedo, sin conocimiento de lo que es el estrés, el dolor, la duda, etc. Nos capacita para dejar la mente en blanco y concentrarnos para poder afrontar diferentes situaciones sin que emociones o dudas restrinjan nuestros movimientos. Es parte del entrenamiento del mushin, que proviene del budismo zen.


¿En qué consiste mokuso?
El mokuso es un entrenamiento mental. Se trata de alcanzar un estado de consciencia superior en el que los problemas del día a día, las tensiones del trabajo o los temas personales queden fuera del tatami.
Cuando hacemos randori, cuando luchamos en un campeonato o simplemente cuando nos enfrentamos a un agresor nos defendemos y contraatacamos concentrándonos en las técnicas que conocemos. Ponemos nuestra mente en realizar los movimientos y ejecutarlos lo mejor que podemos pero limitamos la mente a dicho movimiento. Si un luchador experimentado vacía su mente de emociones o pensamientos que le distraigan llega un momento en que puede realizar los movimientos y técnicas de forma automática y natural. Estar tensos y bajo el yugo de emociones nos hace desperdiciar energía y velocidad, fijarnos en cosas que no son importantes y desatender aspectos del combate que pueden ser decisivos.
Con la mente en blanco, concentrada en la lucha o entrenamiento, un luchador no está sometido a nada, Puede reaccionar y actuar de forma más intuitiva a la hora de entrar en el tatami o de enfrentarse a un oponente.


¿Cuándo realizar mokuso?
Se define la meditación como una actividad pasiva perfecta para los seres humanos. Al igual que la práctica de un arte marcial nos permite entrenar activamente el cuerpo y la mente, el mokuso nos permite entrenar la mente para controlar mejor nuestro cuerpo.
El momento ideal para hacerlo es antes y después de la clase:


Antes de clase es beneficioso realizarlo para dejar los problemas fuera y concentrarnos en el inmediato entrenamiento vaciando la mente de emociones. Nos relajamos y nos centramos en la actividad que vamos experimentar para disfrutarla lo más posible. Después de la clase el mokuso nos permite hacer una pausa para relajarnos, descansar y reordenar nuestros pensamientos para volver a casa. Debemos reflexionar sobre lo que hemos aprendido y limpiar de pensamientos la mente. La relajación elimina el estrés y nos hace ver las cosas de otra manera. La satisfacción física y mental es óptima tras salir del tatami.


¿Cómo realizar mokuso?
A la hora de practicar mokuso se combinan la postura corporal, la respiración y la concentración.


La Postura.
Podemos realizar mokuso sentados en una silla o incluso tumbados en el suelo (Ouchaku zazen). Sin embargo, la postura corporal óptima para realizar mokuso parte de seiza. Adoptaremos una postura cómoda, con los empeines pegados al suelo y la columna totalmente recta. Debemos estirar la espalda como si quisiéramos tocar el techo con la cabeza, retraer la barbilla ligeramente hacia atrás y hacia el pecho y dejar los hombros muy relajados. Si la postura aún es incómoda podemos sentarnos con las piernas cruzadas pero la columna debe estar completamente recta.
El dorso de la mano izquierda debe descansar sobre la palma de la mano derecha. Ambos dedos pulgares deben hacer contacto en la punta formando una especie de ojo o cavidad frente al hara (bajo abdomen), como si fueran una prolongación uno del otro. Otra variante de las manos es colocarlas sobre los muslos en seiza con los dedos pegados y apuntando hacia dentro. Debemos cerrar los ojos o entornar los párpados con la mirada baja.
La mano izquierda simboliza el mundo espiritual mientras la derecha simboliza lo real y mundano.


La Respiración.
La respiración es la clave para realizar mokuso correctamente. Debe partir del abdomen y trabajando con el diafragma. Ha de realizarse en ciclos lentos y pausados.
La inspiración se realiza con la nariz manteniendo la boca cerrada. Ha de ser lenta, relativamente larga y profunda pero no forzada. Hay que tratar de realizarla de forma natural y automática. Justo antes de llenar los pulmones, retenemos el aire un instante y lo soltamos. La exhalación debe realizarse con la boca ligeramente abierta. Ha de ser profunda, sin forzarla, y tratando de no soltar todo el aire que tenemos dentro para proceder con el siguiente ciclo de respiración.


Hemos de concentrarnos en todo momento en el movimiento del abdomen hasta que lo hagamos instintivamente. Controlando la respiración reducimos nuestro ritmo cardiaco y el estrés, las pulsaciones bajan y nos relajamos física y mentalmente.


La Concentración.
Por último, centramos la atención en la mente. Hay que tratar de dejar la mente en blanco y alcanzar un estado mental sereno. Sin embargo, dejar de pensar es algo fácil de decir pero no tanto de hacer. Lo ideal es que nos centremos en la postura y la respiración para que la mente se concentre y nos lleguen la menor cantidad de pensamientos posibles. Los pensamientos que sigan llegando serán obviados hasta dónde sea posible, sin obsesionarnos con su significado. Todo el proceso se hará con los ojos cerrados o entornados para evitar estímulos externos y percibir mejor las sensaciones interiores de nuestro cuerpo y respiración. La inmovilidad del cuerpo ayudará a retener la mente. El Zen utiliza la metáfora de un mono atado a un pilar para representar este fenómeno; el mono representa a la excitación (mente) que queda paralizada al sujetarla al pilar (cuerpo). A la hora de realizar mokuso, es imprescindible establecer una rutina basada en una dedicación real a la meditación. No se deben esperar resultados inmediatos pero tras aproximadamente un mes de practica -de 15 a 30 minutos al día- notaremos una gran diferencia.
Si la práctica es correcta, la energía positiva y la sensación de bienestar interior se convertirán en una parte indispensable de nuestro día a día. No es necesario ser un experto practicante de artes marciales para meditar. Con práctica, cualquiera puede hacerlo pero sin dedicación, nadie podrá.


Texto: Tokaido Japan /España